Perteneciente

1. Es sabido que cuando las personas se sienten pertenecientes a un grupo, éstas tienen mejores comportamientos o mejores resultados en sus quehaceres. Cuando menos sabemos por experiencia propia que los ánimos crecen.

2. A diario hacemos cosas ignorando el verdadero espíritu que las impulsa. Y hay otras ocasiones en que algo o alguien nos hace ver ese espíritu al que de golpe nos sentimos pertenecientes.

3. Resulta curioso que sean pequeños detalles los que a veces se comportan como faros que nos hacen ver el espíritu aquel ya mencionado. Durante años nuestro padre nos silbaba para hablarnos cuando estábamos lejos. Un día llegan primos lejanos a visitarnos, el tío, su padre, les silba con el mismo silbido que nuestro padre. Entonces sabemos que hay silbidos familiares, de clan, digamos. Verificamos con otras familias y sus propios silbidos.

4. Una de esas conciencias de pertenencia me llegó hace poco gracias a la modernidad del internet y la cocina. Mi madre, excelente cocinera, me facilitó su libreta de recetas cierto día. Yo anoté varias de ellas respetando el origen, es decir, quién se las había pasado a mi madre. Nombres como Teresa, Doña Esperanza, Jesús Navarro, Rita Alcázar, etcétera, iban siendo anotados al final de cada receta. Luego vino su captura en una página de internet dedicada a tales fines. La página es española (¿por qué no anotarla aquí? www.elcheeef.com). Con alegría (esa alegría del autorreconocimiento) noté que, además de los ingredientes y los procedimientos, había un espacio para anotar el origen, el nombre de quién había inventado esa receta. Entonces me sentí socialmente perteneciente a una tradición intercontinental.

5. Los pequeños detalles de ese tipo se repiten con cierta regularidad en mi tierra natal. Las verificaciones que me da el azar (las minifaldas que se usaban en los 70 y que mi madre y mi tía usaban; los sillones de la sala de mi abuelo tenían el mismo estilo a unos vistos en una película de Mauricio Garcés, el rock pesado que oían mis primos y su cuarto lleno de carteles de la época, etc.) me hacen tener la seguridad de que Zapotlán participaba directamente y de forma inmediata en los tiempos modernos que dictaban las grandes capitales. Detallitos, repito, que me hacen sentir perteneciente a una cultura mucho más grande de la que puede tener mi pueblo aislado.

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